Con motivo de la noticia del fallecimiento de nuestro querido compañero y asociado Pablo Quintana Fábrega el pasado 31 de agosto, quien ocupó los cargos de Subdirector General en la Intervención General de la Seguridad Social, Subdirector General Fiscal en la IGAE y como Interventor Delegado, en homenaje a su trayectoria y a la amistad que les unía, nuestro compañero e Interventor General de la Administración del Estado entre 1980 y 1982, Ignacio Montaño Jiménez, le dedica las siguientes líneas que queremos compartir con vosotros:

En la penumbra de una lejana jubilación, camino de los noventa y un años, ha fallecido en la Galicia de sus raíces y de su infancia uno de los Interventores del Estado más sabios en lo jurídico que uno tuvo la satisfacción de tratar, en línea con aquel Octavio García Torralba, verdadero autodidacta sin formación académica, y del mítico don José María Fábregas del Pilar, Interventor General con la República y Académico. Precisamente brillaban en él las virtudes que don José María señalaba en el buen interventor: “prudencia, justicia, fortaleza y templanza”.

Pablo Quintana preparó a medio Cuerpo en la Academia de Macedonio Jiménez, aquel Contador del Estado cortado de la misma madera que José Luis Alfaro.

A Pablo lo conocí en Sevilla, donde compartimos destino como Contadores y pensión.

Cursó allí brillantemente la carrera de Derecho con la ilusión de ser Interventor, hasta el extremo de rechazar una oferta de Don Manuel Clavero, el Catedrático de Derecho Administrativo, que quiso retenerlo en la Universidad.

Se haría interminable este entrañable recuerdo del amigo y del compañero, por lo que me limitaré a indicar que cuando don José Barea creó la Intervención General de la Seguridad Social y me “mandó” allí, me llevé como subdirectores generales a Pablo, a Elvira nuestra Ministra y Diputada y a Paco Zambrana; además de a Pepe Ferrer y a Gregorio Máñez.

Y posteriormente cuando fui Interventor General, Pablo vino conmigo como Subdirector General Fiscal.

En ambos puestos brilló con luz propia en el ejercicio del control de legalidad, con informes especialmente brillantes en los casos de omisión y de discrepancia que elevamos a Consejo de Ministros, en las discusiones con el Consejo de Estado acerca de ser el último en informar y en las matizaciones a los proyectos de Ley y de Decretos en los que se solicitaba nuestra opinión.

Y todo esto sin soltar la pipa y sin dejar la pose de profesor de universidad inglesa, es decir de ser siempre Pablo Quintana.

Soy padrino de su hijo mayor y he mantenido contacto telefónico con él durante este último mes de agosto.

Intelectualmente se conservaba muy bien, aunque repetía las mismas páginas de su vida de Interventor una y otra vez. Noventa años son muchos años. 

O pocos, si lo que se va con la marcha del amigo y del compañero es un trozo de la propia vida.

¡Dios lo tenga en su Reino!

Ignacio Montaño Jiménez

Interventor y Auditor del Estado

Interventor General del Estado (1980-1982)